Las personas nacidas el 28 de agosto están dotadas con unas habilidades comunicativas realmente excepcionales. Son oradores muy persuasivos que saben captar la atención de sus interlocutores quienes, aun cuando no estén de acuerdo con sus ideas, se sentirán admirados por su verbo fácil. Aunque también son trabajadores muy habilidosos y con enormes capacidades organizativas, una de sus mayores cualidades es su facilidad para debatir.
Sus comentarios informados sobre una amplia variedad de temas suelen contar con el respaldo de su investigación y experiencia personal. Por este motivo, los demás no sólo confían en sus pronunciamientos, sino que también esperan que tengan algo que decir sobre casi cualquier tema. Son personas de principios muy elevados; tanto así que la palabra deshonestidad simplemente no figura en su amplio vocabulario. Aunque poseen grandes conocimientos respaldados con hechos, no es raro que tiendan a instalarse en la verdad de sus argumentos y piensen que sólo ellos tienen la respuesta. Para su crecimiento psicológico es muy necesario que no abusen de su intelecto superior cerrándose a puntos de vista alternativos o manipulando a los demás con la fuerza de sus convicciones.
Cuando alcanzan los veinticinco años de edad se internan en un periodo de treinta años caracterizado por un mayor énfasis en las asociaciones profesionales y las relaciones personales. Será en esta época cuando desarrollen un mayor sentido estético y el gusto por la belleza, y cuando muy probablemente querrán desarrollar su creatividad latente. Es importante que durante estos años mantengan la motivación y se estimulen con retos constantes, ya que acomodarse en la rutina cotidiana será muy nocivo para ellos. Cumplidos los cincuenta y cinco años, estos individuos alcanzan otro punto de inflexión tras el cual buscarán dotar a su vida con un significado más profundo, volviéndose más reflexivos.
Sea cual sea su edad, tan pronto como acepten que siempre habrá más preguntas que respuestas, gozarán de sobrado potencial no sólo para erigirse en oradores influyentes y persuasivos, sino para ser consejeros brillantes capaces de hacer aportaciones originales, imaginativas e innovadoras al mundo.
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