Las personas que nacieron el 3 de noviembre tienen toda la fuerza, la perseverancia y la capacidad de permanencia propias de los corredores de fondo. Son ambiciosas y energéticas, pero saben cómo esperar el momento oportuno y recorrer la larga distancia que les separa de su objetivo.
Dotados con la capacidad de mantener la calma bajo la mayor de las presiones, no es raro que tengan la reputación de individuos fríos y calculadores, a veces incluso despiadados. En algunas ocasiones pueden parecer un tanto indecisos o pasivos, pero en la mayoría de los casos ocurre que están esperando el momento más adecuado para avanzar en pos de su objetivo. Ahora bien, si hay una cosa que puede desestabilizarles y hacer que pierdan el control es el fracaso o la derrota. Dado que son pésimos perdedores, en lugar de buscar soluciones alternativas, estos individuos malgastarán mucha energía recriminándose, cosa que en determinados casos hará que caigan en la depresión. Aunque es cierto que puede ser extremadamente negativos, también lo es que cuando las cosas van bien pueden ser energéticos, caris-máticos, estimulantes y muy amantes de los placeres de la vida. Tanto así que quienes tengan la fortuna de conocerles en una de estas fases se quedarán maravillados. También pueden mostrarse compasivos y colaboradores, evidenciando una enorme solidaridad con los sentimientos de sus semejantes. Desafortunadamente, en lo tocante a sí mismos, no suelen ser tan perspicaces, de manera que les convendría observar su interior y entender que su necesidad de ganar siempre muchas veces puede imponerse sobre su necesidad de ser felices.
A pesar de que durante la adolescencia son individuos intensos y de humor variable, una vez que cumplen los veinte años adoptan un enfoque vital más optimista y expansivo. Esto podría hacer que amplíen sus horizontes a través de la búsqueda de la verdad, el estudio o los viajes. Cumplidos los cuarenta y nueve años, su vida alcanza otro punto de inflexión y estos individuos centran sus esfuerzos en conseguir la estabilidad emocional y económica. Durante toda su vida serán unos guerreros altamente competitivos, pero una vez que entiendan que la única batalla que merece la pena ganar es la de su persona, serán capaces de aplicar su inteligencia progresista, sus excelentes dotes para la comunicación y su resistencia casi sobrehumana a la única causa realmente imbatible: la consecución del bien común.
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