El hombre Capricornio

hombres capricornio

Juan Carlos I es del signo Capricornio.

Si te acercas a él para el amor, no busques la armonía sólo en lo físico, pues este candidato tiene mucho más para ofrecerte.
Su notable inteligencia brilla con luz propia hasta en sus arrugas, que son como trofeos de guerra, señales de su experiencia atesorada. Los capricornianos, tienen más cualidades que defectos para resaltar, como su gran capacidad para conquistar a una mujer. Se tomarán su tiempo antes de declararle su amor, no como lo haría un ariano. La tierra es lo que lleva este signo como elemento de pertenencia. El hombre Capricornio valorará su terruño como su patria, y no se permitirá jamás sufrir el destierro.
Se quedará para luchar en su lugar con la única arma de que se vale: su sabiduría. Mientras otros dedican su tiempo libre a divertirse por las noches, el hombre de Capricornio se dedicará a estudiar de qué manera puede hacer dinero.
Es un ser trabajador por excelencia, y el trabajo será una obsesión para él. Tanto que por el trabajo, llorará, consolará su dolor, se alejará del vicio y hasta desafiará la muerte. Si encuentras a un hombre así, ni pienses en que te lleve a un teatro de revistas, pues está convencido de que trabajar es lo único que verdaderamente «divierte».
Si se alejara de su trabajo, su pasatiempo consistirá en ir a visitar a su amigo soltero, almorzar los domingos en la casa de su madre y de paso, encerrarse en la biblioteca para repasar viejos apuntes que ya tenía olvidados. Desde muy jóvenes, los capricornianos son así de obsesivos. A la vejez no le agregan vejez. Por el contrario, al pasar los años harán el camino inverso: cada vez se volverán más jóvenes y saludables.
Las historias que te cuente de su niñez, serán quizás tristes, de abandonos, de dolencias largas, pero te las contará sabiendo que valoras, como él, la capacidad de haberlas superado.
A Capricornio no se le escapará ninguna oportunidad para hacer fortuna. Si alguna vez fracasara con ello, sufrirá de depresión, dolencia ésta muy frecuente.
Para convencerlo de algo, hay que utilizar sus propios argumentos: el deber y la responsabilidad ante todo. Para sugerirle que haga deportes, hay que aconsejarle que «debe» practicarlo para lograr una buena salud, y acompañar este consejo con una charla sobre la circulación sanguínea, sobre sístole y diástole, sobre los beneficios del sol en la fijación del calcio, y sobre los radicales libres. ¿Quién dijo que sólo el taurino es testarudo? El capricorniano busca el camino más difícil para llegar al éxito y, por supuesto, lo logra. Ansia, secretamente, que sus amistades lo admiren, ya sea por su título, por su inteligencia o por su poder. Si los que lo rodean permanecen indiferentes o pretenden superarlo, la cabra tendrá una actitud dura e irónica, y tratará de descalificar a quien se cruce en su camino. Por eso, tratará de mantener en secreto muchos de sus logros. Hace culto de lo íntimo. No esperes verlo, como a John Lennon, desnudo y sonriente bajo las sábanas de su cama, mientras los periodistas lo retratan. Tal vez te cuente que sueña en grises, pero no intentes descifrar sus sueños eróticos con la ayuda de libros de Freud, porque enmudecerá para siempre. Si no tienes un pasado glorioso, él te lo fabricará. Deberás convencerte de que vacaciones sin ellos no son vacaciones. No olvides la siesta -costumbre sagrada en esta familia- y evita cenar fuera de casa, ya que en «esos lugares» no se come sano.
En la mesa escucharás todas las anécdotas que le ocurrieron a tu capricorniano cuando era niño y, cuando tu hijo haga lo mismo, dirán que salió igualito a su padre.

Volver a Signo Capricornio