Sobre Cáncer

Ese vecino que sale todos los días rumbo a su trabajo, caminando lentamente, echado un poco para atrás, como si quisiera seguir escuchando las últimas notas que ha dejado resonando en su equipo de música, ése es un Cáncer.
A veces parece antipático porque no saluda, pero como nunca hizo mal a nadie, llegamos a pensar que debe ser porque no ve bien, porque es tímido o porque tiene un humor totalmente variable. Vestido prolijamente, con ropa discreta, nunca discute sobre política ni sobre las fluctuaciones de la Bolsa. Tampoco quiere saber qué pasó ayer con la marcha de protesta contra la polución ambiental, ni siquiera le interesa saber por qué su vecina llega tan tarde todos los jueves. Si alguien tocara esos temas con él, se encogería de hombros y nos observaría con su melancólica mirada. Cáncer guarda celosamente todas sus opiniones. Sin embargo, esto no significa que no tenga convicciones ni ideas propias. Sólo es muy reservado.
La vida interior de un Cáncer es muy intensa. Dotado de gran magnetismo, podemos encontrarlo, incluso, extravagante.
Posee tanta imaginación que necesita de lo sobrenatural para vivir.
A pesar de tener un humor cambiante, trata de ser lo más estable posible, pues es la única manera de sentirse equilibrado. Cuando pierde el control, se vuelve irracional; su prudencia y su sobriedad llegan al límite de la cobardía, y lo invade un miedo ancestral, que no es más que miedo a la vida.
En pos del equilibrio, el cangrejo busca resguardarse por medio del orden y las rutinas, las reglas aprendidas y establecidas, la ley, la historia, los recuerdos, la religión.
Esta manera de encarar la vida lo convierte en un ferviente defensor de la familia y los valores tradicionales
Como es el caso del patriota italiano Giuseppe Garibaldi, quien se empeñó en unificar Italia, rescatando la tierra y las tradiciones.
Todos estos rasgos de su carácter, también pueden volverse en su contra. Cáncer se aferra al pasado para no sufrir y esto le impide avanzar. Se encierra en su caparazón cada vez que algún problema lo aqueja, mostrándose enemigo de los cambios y de las novedades. Otro rasgo que caracteriza al cangrejo es la obcecación, que le permite cumplir todos sus anhelos. Busca destacarse porque teme no ser comprendido y apreciado. Por eso, siempre necesita la aprobación de los demás y se preocupa por atraer el máximo interés. Puede, incluso, mostrarse un poco veleidoso. Pero aun así no lo veremos declamando en los teatros, pues desea mantener su «bajo perfil». En realidad, disfruta interiormente por sentirse superior a quienes se muestran tan extrovertidos. Veamos un ejemplo de personas de diferentes signos, con características semejantes.
Se trata de tres actrices entrevistadas por un periodista que se empeña por saber sobre sus vidas amorosas: una es de Leo, la otra de Sagitario y la tercera, de Cáncer. Las tres muestran suficiente feminidad, arrogancia, belleza y sensibilidad. La de Leo soslayará la figura de su pareja, tratando de eclipsarla con tal de no perder protagonismo. La sagitariana se vanagloriará de haber conseguido a su hombre, diez años menor que ella, con quien adquirió suficiente fama.
La canceriana no cree realmente en la fama. Se mostrará huidiza con el periodista, protegiendo su privacidad, incluso para ocultar el nombre del padre de su hijo. Cáncer gobierna la Casa IV que representa los orígenes. En ella podemos visualizar el hogar, la patria, los valores heredados.
Cuando el hombre ya es un adulto, comienza a poner en juego sus propios valores. Valores que transmitirá, a su vez, a sus hijos. Cáncer también representa el patrimonio de una persona: tierras, viviendas, pero también a las pequeñas posesiones. Con estos elementos podemos averiguar cómo fue el origen de una persona, cómo transcurrió su infancia, cómo fueron sus padres, la tradición heredada y el propio pasado.
Útero y sepultura conviven cómodamente en esta casa. Cáncer representa a la madre y su relación con el hijo.