La vida sentimental, con sus múltiples facetas, frecuentemente domina la existencia de los seres humanos. La vida de pareja, con su intercambio emocional y los caprichosos resortes que maneja el corazón, conserva un misterio y nos asombra por los choques inesperados que provoca.
El hacer el amor, el fundirse en otra persona para elevar el placer sexual a su máximo exponente depende del tipo de energías que están en juego.
Los seres humanos, según el elemento al que pertenezca su Sol (es decir, su signo solar) comprometen en primer término su energía más latente y característica. El intercambio energético, al hacer el amor dos signos de diferente elemento, permite lograr una mezcla que neutraliza ambas, pero donde siempre se mantiene la tendencia individual.
Siendo dos signos del mismo elemento quienes se vinculan potencíalizan sus energías individuales.
La copulación entre dos signos de Agua –Escorpio y Cáncer, por ejemplo- puede llegar a ser una melodía compuesta por la ternura melancólica de Cáncer y la fuerza volcánica de Escorpio, pero sin dejar de ser una melodía tierna, pues lo que los vincula es el elemento Agua en el que priman las emociones. Si, por el contrario, quienes componen la pareja son signos del elemento Fuego es como escuchar un tema con un gran preludio para lograr un inmediato in crescendo y, acto seguido, el unísono estridente de todos los instrumentos musicales sonando a la vez y luego… el aplauso.
Mientras que los del elemento Aire con Géminis, Libra y Acuario como exponentes, hacen el amor con la suave y tierna intención de que resulte tarea de dos, más mirando al que tiene enfrente que sintiendo e imponiendo sus propios acordes musicales. Quizá no sean Tauro, Virgo y Capricornio los mejores compositores de melodías, pues ellos prefieren el tintineo de las monedas. No obstante, cuando quieren, lentos y terrenales, pueden componer una marcha y, en oportunidades, da gusto escucharla.
Cómo hace el amor Aries