Con un amigo sagitariano, puedes sentirte realmente bien, pues no es de los que mide nuestra condición social o nuestras ideas políticas. Puede ser amigo tanto de un cura como de un futbolista, de un cirujano como de un travestido. La mayoría de las personas que conoce terminan por ser sus amigas. Rara vez se encuentra malhumorado y mucho menos deprimido: por eso es el más indicado para escucharte.
Eso sí: trata de disimular que casi pierdes un pulmón y una mano cuando, con la intención de levantarte el ánimo, te pegó una palmada en la espalda y te saludó con un apretón de manos, mirándote sonriente a los ojos. Es muy amigo de besuquees y caricias, por lo que si la amistad es entre seres de distinto sexo, puede confundir el amor de amigo con el de amante.
No es que acostumbre a propasarse, pues es el clásico inocente, capaz de infinita nobleza. Es casi como un niño. Tendrás que aceptarle que en algún momento sea un poco avasallador y altivo, al punto de invadir tu intimidad sin darse cuenta.
También tendrás que disculparle que alguna vez olvide telefonearte para tu cumpleaños, porque no sólo lo hace contigo; también se perjudica a sí mismo con sus olvidos, y muchas veces no recuerda dónde dejó estacionado el auto. Sus defectos no pasan a mayores, y siempre actuará con buenas intenciones. Con él puedes compartir los viajes más extraños y fascinantes. Siempre te dará la oportunidad de que tú elijas, y tampoco medirá sus gastos. Quizás sea el amigo ideal.
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